Por Daniela Alarcón
En los últimos años, se ha demostrado que la dieta influye de manera significativa en la salud mental. Un elevado porcentaje de la población mundial sufre de ansiedad, un trastorno que puede estar relacionado con los hábitos alimentarios. Diversos estudios han evidenciado que ciertos patrones alimenticios están asociados con un menor riesgo de desarrollar trastornos mentales como la depresión y la ansiedad.
La relación entre el estado de ánimo y la alimentación es compleja y difícil de explicar, ya que intervienen muchos factores que pueden estar interconectados. Por ejemplo, la depresión puede reducir el apetito y llevar a una persona a descuidar su alimentación. En cambio, las personas que se sienten plenas y felices tienden a llevar estilos de vida más saludables y a mantener una dieta equilibrada.
Los hábitos alimentarios son factores de riesgo o de protección, potencialmente modificables, que influyen en los trastornos de salud mental. En pacientes con altos niveles de ansiedad, se ha observado un cambio en el estilo de vida que implica un alejamiento del patrón dietético mediterráneo. Esto se asocia con una disminución en el rendimiento cognitivo, el bienestar emocional y un aumento en el consumo de alimentos poco saludables y ricos en calorías.
La dieta mediterránea, caracterizada por un alto consumo de frutas, verduras, cereales integrales, pescado y aceite de oliva, ha demostrado reducir el riesgo de depresión.
Un estudio publicado en Molecular Psychiatry reveló que las personas que siguen este tipo de dieta tienen un 33% menos de probabilidades de desarrollar depresión en comparación con quienes siguen una dieta occidental rica en alimentos procesados y azúcares. En un estudio que incluyó a aproximadamente 31.000 personas de países como el Reino Unido, Francia, España, Australia y Estados Unidos, se constató que quienes seguían una dieta mediterránea tradicional tenían una probabilidad significativamente menor de desarrollar depresión. Esto es relevante, ya que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es la principal causa de enfermedad y discapacidad en todo el mundo.
Los ácidos grasos omega-3, presentes en alimentos como el salmón, las nueces y las semillas de lino, son esenciales para el correcto funcionamiento del cerebro. Diversos estudios han demostrado que los omega-3 pueden ayudar a reducir los síntomas de la depresión y mejorar la función cognitiva. Además, existen varios nutrientes clave para el bienestar mental y la regulación del estado de ánimo:
- Vitaminas del grupo B: Especialmente las vitaminas B6, B9 (folato) y B12, son fundamentales para la síntesis de neurotransmisores. La deficiencia de estas vitaminas ha sido asociada con un mayor riesgo de depresión.
- Magnesio: Este mineral es esencial para la función neurológica. Se ha demostrado que su deficiencia está vinculada con un mayor riesgo de ansiedad y depresión. De hecho, varios estudios concluyen que la suplementación con magnesio puede mejorar de manera significativa los síntomas de ansiedad.
Según la doctora Camille Lasalle, quien dirigió un análisis de investigadores en el University College London, «una dieta proinflamatoria puede inducir inflamación sistémica, lo que incrementa de manera significativa el riesgo de depresión».
Numerosas investigaciones sugieren que cambios en el estilo de vida, como el ejercicio físico regular, una alimentación saludable rica en frutas, verduras y ácidos grasos omega-3, así como la ingesta adecuada de micronutrientes como el zinc, el magnesio y el selenio, pueden contribuir a una mejora considerable en los síntomas de ansiedad.
También se ha observado una relación positiva entre el consumo de cereales y el riesgo de ansiedad. Los patrones alimenticios que incluyen cereales integrales, acompañados de una alta ingesta de frutas y verduras, se asocian con una menor probabilidad de sufrir ansiedad. Por el contrario, una dieta pobre en estos alimentos puede incrementar los síntomas de este trastorno.
Además, los estados emocionales afectan la calidad de la dieta y los hábitos alimenticios. Muchas personas tienden a consumir en exceso alimentos ricos en azúcares, grasas y calorías para enfrentar el estrés y la ansiedad. Este tipo de dieta, además de ser menos nutritiva, conlleva una menor absorción de vitaminas, lo que establece una relación directa con el aumento de los síntomas de ansiedad.
La relación entre la dieta y la salud mental es cada vez más clara, a medida que la ciencia revela cómo lo que comemos no solo afecta nuestro cuerpo, sino también nuestra mente.
Bibliografía:
- BBC Mundo. (septiembre, 2018). BBC News. Obtenido de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-45652449
- María González-Herrera, Mónica García-García, C. D.-A. (17 de julio de 2023). ARAN. Obtenido de Pubmed: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/37929848/